jueves, 9 de junio de 2011

La tensa espera


Tengo la boca seca, me han dejado sola en esta sala oscura. El aire acondicionado está muy alto. En esta postura y con la puerta justo delante para que sin querer la abra cualquiera y se encuentre a la paciente esperando con las piernas abiertas.

Sigo esperando, estoy hecha un flan. Llevo días pensando en esta prueba, la imaginación no ha sido mi aliada. La ignorancia sería una ventaja pero en mi profesión no te liberas de ser hipocondriaco. Se dispara la alarma a la mínima señal, aunque ésta no exista.

Aún no viene nadie, sigo con las piernas abiertas y siento cierta indisposición. Será por los nervios que mis intestinos se mueven más rápido de lo normal, suerte que el aire esta alto así no se notará. Estoy por coger el aparato y empezar yo sola.

Se abre la puerta, la doctora se sienta y empieza a visualizar la zona. Respiro con el abdomen como me enseñan en yoga para liberar los pulmones, miro la cara de la doctora en busca de algún gesto que me indique cómo va la prueba. No dice nada, va mirando la pantalla, me parece que su respiración va en aumento, sus cejas se fruncen y se aprieta los labios.

Todo son señales negativas, por un momento se me pasan ciertas imágenes por mi pensamiento, mis hijos solos, mis amigos, mi familia, no quiero perderme las cosas que me están pasando en esta etapa de mi vida, no sería justo. Estoy a punto de hiperventilar, suerte que me he tomado una de mis bolitas de homeopatía.

Al fin abro la boca y le pregunto a la doctora si el examen está bien. Todo ha sido un sueño, un instante más de la vida que aún continuará un rato más.