miércoles, 2 de marzo de 2011

Comienza el despertar II


A veces no somos conscientes de lo que está pasando justo delante de nuestros ojos, incluso aunque alguien te avise.

El primer aviso para Joana, pasó justo unos días antes de la boda. David no soportaba estar bajo ninguna presión. Entonces fue la primera vez que estalló, en pleno centro de la ciudad sus puños golpearon la pared. Su mirada se transformó y su voz subió tantos decibelios que Joana se quedó casi muda. El motivo de aquella estampa es lo de menos.

El amor es un arma de doble filo cuando se convierte en un sentimiento de compasión. Joana pensó que la infancia de David había sido muy triste y que ella le ayudaría a aprender a disfrutar de la vida (ella no sabía que no tan solo no lo conseguiría, sino que además tendría el placer de sentirse tan desdichada como él).

Sus primeros meses de convivencia, fueron un preludio de lo que iba a suceder. David empezó a mostrarse de verdad. El mundo se estaba reduciendo a una persona, David era el centro de atención para él mismo y quería que lo fuese también para Joana.

Aún así, Joana se sentía enamorada de él. Sus muestras de amor hacia ella iban menguando, no así sus continuas críticas o menosprecios, ni sus ganas de hacer el amor. Siempre era él quien trabajaba más, quien se encontraba peor. Por suerte o por desgracia la educación que había recibido Joana por parte de su madre fue casi feminista. Poco a poco se fue sintiendo infravalorada y eso fue repercutiendo en su libido. A medida que él le gritaba más, ella se iba hundiendo en la miseria sin saberlo.

Empezaron los problemas de verdad, por la disminución de la frecuencia con la que hacían el amor. Ella no era consciente del verdadero motivo de su asexualidad. Pensando que fuese un problema hormonal, se hizo análisis de sangre, fue al psicólogo aludiendo estrés. Pero el asunto no mejoraba y David, como primate que era, pensó en todo menos que él también tenía parte de culpa. Empezaron los celos y más gritos, y como buen ciclotímico aumentaron las subidas y las bajadas.

Entre terapias de pareja y algún diacepam iban pasando los años sin darse cuenta. Y llegó el momento del ciclo vital en el que las mujeres sienten la “llamada”. Joana quería ser madre, lo hablaron y convenció a David. Ella se ocuparía de todo, el no tendría que despertarse por la noche, ni cambiar pañales. No tardó Joana en quedarse preñada y pasó tan rápido el tiempo, que se preñó otra vez.

Entre pañales, noches sin dormir, el trabajo, la casa, la vida transcurría para Joana, sin tiempo para verse como espectadora. Pero su relación con David iba de mal en peor. Hacía tiempo que no había gestos de cariño entre ellos. David era como un niño que continuamente necesita muestras de atención. Su agresividad verbal iba en aumento y así Joana dejó de hacer el amor con él. Le producía nauseas el hecho de imaginar estar fornicando con él. No soportaba ver películas sobre violaciones, se ponía muy nerviosa. Pero aún así, seguía explorando en lo más profundo de su corazón para encontrar cualquier resquicio de amor.

De esta manera, la convivencia se hizo insoportable. No hablaban, no compartían nada, él llegaba tarde por la noche y el fin de semana se lo pasaba durmiendo o trabajando. Ella estaba muerta por dentro, sus únicos motivos sus hijos. Era aún joven y guapa, aunque ella se sentía marchita. Ya no se miraba apenas en el espejo, ni tan solo tenía ya experiencias oníricas.

Una mujer como ella, sin fuerzas para cambiar de vida?. Joana estaba supeditada a los intereses de David. Si él estaba de buen humor, más o menos todo funcionaba.

Una tarde de invierno, algo que pareció insignificante de entrada, cambio el rumbo de la vida de Joana por completo.

Estaba sola en casa, terminando unos trabajos por internet. De repente se le ocurrió entrar en un chat, había oído hablar de ello, pero nunca lo había hecho. Empezó a hablar con diferentes personajes, y con uno en concreto se encontró muy cómoda. Y fue tan mutuo el sentimiento que decidieron pasarse al Messenger (ella no lo tenía instalado, hasta entonces no lo había utilizado nunca).

A partir de aquel día, Joana esperaba con impaciencia la conexión del señor J. Se pasaban la tardes hablando, compartiendo sus gustos por la vida, libros, sueños. Cada tarde era una dosis de energía y autoestima para ella. Poco a poco empezaron a entrar en un campo de minas, las conversaciones fluctuaban entre la calidez de una amistad y el morbo de un desconocido. El señor J, la halagaba, le decía lo bella que era, se abrieron sus mundos a través de la lente de una web Cam. Compartían risas y orgasmos.

Joana no estaba muerta!, volvió a sentir el deseo. Sus pezones erguían en cuanto pensaba en el señor J. Su piel se erizaba por las noches recordando sus charlas. Se miró al espejo y se sintió guapa de nuevo.

Se había abierto la caja de pandora....

1 comentario:

TORO SALVAJE dijo...

Joana está resucitando.
Bien por ella.

Besos.