domingo, 16 de enero de 2011

La anti-cita



Hoy ha quedado para comer, se está poniendo guapa, lo suficiente pero no demasiado. Se conocen hace 24 horas, está dudando, pero le dará una oportunidad. El primer día que se vieron hubo un detalle un poco sospechoso, pero ella al final no le dio importancia.
Mal empezamos,
-llega 30 minutos tarde, no hay cosa que más les fastidie que la impuntualidad.
Mal seguimos,
 -se han confundido de restaurante y ella le está esperando, ya sentada en la mesa. Ha tenido que entrar porque la reserva finalizaba y minutos más tarde, ha abandonado la mesa del restaurante en su busca. Después de mil llamadas, se han encontrado y cómo era él que propuso invitar, le sugiere ir a un restaurante chino.
Mal continúa,
-restaurante chino, inmenso, eso sí lleno de chinos comiendo, manteles rosa con manchas de salsas multicolores, sin limpiar. Camareros que no entienden ni jota. Menú para dos, sin bebidas.
 -Beberemos cerveza que es más barato, dice él.
Ella piensa: -joder, una sola cerveza para toda la comida, me moriré de sed.
Entre conversaciones sin fondo ni sentido, muestras de superficialidad y valores opuestos en la vida, acaban de comer. Deciden tomar el café en otro lugar. Llega la hora de pedir la nota, menú para dos, 25 euros. Él saca 20 euros de su cartera y comenta – No tengo suelto, llevo uno de 50. Total, que ella resignada saca su billete de 10 euros para acabar de pagar.
Mal acaba,
-Acto seguido, toman el café en una terraza. Ella decide ir al baño para meditar como coño se puede sacar a este tipo de encima. Al final se lo dirá sin tapujos, pero saliendo del baño se lo encuentra. Él, ha dejado la mesa de la terraza con los cortados terminados y sin nadie para pagarlos.
-perdón, es que estábamos en el baño, le comenta ella al camarero, que pensaba que se habían largado sin pagar. Paga ella los cortados.
Despedida,
-bueno... y que te ha parecido la cita?- pregunta él.
-la verdad, creo que tenemos pocas cosas en común. Y si soy sincera no hay mucho feeling- contesta ella, pensando que no es muy buena actriz.
-tú crees? Bueno es tu opinión, así...cómo quedamos?- dice él.
-pues mejor nos marchamos cada uno a su casa, lo siento-  dice ella.
-creo que eres muy especial- replica él con un  tono irónico. Ya no le quedan más recursos para mantener la cita. Y sabe que se marchará con el rabo entre las piernas.

(Y como me dijo ayer un amigo, añado: no sólo no tiene sensibilidad para percatarse de las diferencias, sino que ante la evidencia de lo imposible intenta destruir el objeto deseado para quedarse él bien).


Ella ya no tiene ganas de contestar y prolongar la conversación, le da dos besos de cortesía en la mejilla y se larga. Se pone los auriculares para escuchar música y se empieza a reír sola, mientras va andando por  la calle.
                       

1 comentario:

SD dijo...

Unos dicen que no hay que hacer caso a las primeras impresiones, que las personas, especialmente aquellas que no tienen "tablas", a las que les cuesta realacionarse, tienen derecho a una segunda, incluso a una tercera oportunidad para poder demostrar lo que son y que no hay que juzgarlas a las primeras de cambio.
Yo, que debo ser mala persona, o demasiado segur@ de mi mism@, o demasiado segur@ de lo que quiero, confío mucho en lo que a primera vista percibo. Odio decirme a mi mism@ "Lo ves?, ya me lo parecía"
Quizás me pierdo muchas cosas por ser así... o quizás no. Al menos, ahora, seguro que recuerdas el momento entre risas (Que no es para menos)